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Las historias de miedo más terroríficas

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Se acerca Halloween y con dicha fecha llegan de la mano disfraces, caramelos, fiestas, decorados aterradores y las historias más horríficas. No es que queramos que no volváis a dormir, pero os traemos algunas de esas leyendas y mitos que hielan la sangre hasta el más valiente. Olvídense de la niña de la curva, presentamos las historias de miedo más terroríficas.

Saca una sábana con la que cubrirte y un buen bol de palomitas. 

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La Llorona

Este es un cuento de Halloween corto que helará la sangre de tus venas…

Hace varios cientos de años, en México, una joven indígena se enamoró perdidamente de un caballero español. El amor que se profesaban dio lugar al nacimiento de tres hermosos hijos que desde su primer aliento se convirtieron en el eje central de la vida de la madre.

Sin embargo, tanto la existencia de la relación como la paternidad de los hijos era un secreto. La mujer sólo deseaba formalizar su relación con el caballero español y proporcionar la máxima seguridad a los hijos de ambos. El caballero esquivaba las peticiones de la mujer constantemente. No es que no la amara, que no quisiera a sus hijos. Era el temor al que dirían los demás y cómo caería su reputación y, por ende, sus negocios, lo que le llevaba a ignorarla.

Con el tiempo, el caballero apartó a la indígena de su lado para tomar por esposa a una dama española muy bien relacionada con la más alta sociedad.

La rabia y el dolor enloqueció a la mujer indígena que cogió a sus tres hijos y los ahogó en el río. Cuando cayó en la cuenta de su acción, la desesperación hizo que se tirara también al río y se dejara morir.

El caballero, roto de pena, jamás superó la muerte de la mujer ni de sus hijos. Desde entonces, se escuchan los lamentos de la indígena en las laderas del río. Vagando en busca de los fantasmas de sus hijos y odiando a los hombres.

La culpabilidad nunca la dejará descansar.

 

La muñeca Hello Kitty y el pacto con el diablo

La simpática muñeca Hello Kitty es reconocida prácticamente en cualquier parte del mundo y genera astronómicas cantidades de dinero. La muñeca fue diseñada por Yuko Shimizu en 1974, aunque luego fue relevada por Yuko Yamaguchi. Llegados hasta este punto todo sería lo normal dentro del éxito del diseño. ¿No es así?

Hay más. Una leyenda urbana que provocará que nunca vuelvas a mirar igual a esa dulce gatita que adorna todo tipo de productos. La historia cuenta que la hija de la primera diseñadora, es decir, Yuko Shimizu, padecía un cáncer terminal en la boca. Ante la imposibilidad de salvar su vida, Shimizu decidió pactar con el diablo.

El trato consistía en que su hija recobraría la salud si Shimizu creaba un personaje de fama mundial que fuera la marca secreta del demonio. Así nació Hello Kitty y la razón de que no tuviera boca era la terrible experiencia que había vivido su hija y ella misma.

El demonio ya tenía una nueva firma con la que atraer a miles de nuevos seguidores. Poco después del salto a la fama de la gatita, Yuko Shimizu desapareció de la faz de la tierra. Nadie sabe dónde se encuentra y apenas encontramos algunos esbozos de su vida en la red. ¿Cómo es posible que apenas se sepa algo de la creadora de la gata más famosa del mundo?

Lo que sí se dice es que los fieles a Satán utilizan imágenes de la gatita en sus misas negras y que incluso se tatúan a Hello Kitty o el nombre de la muñeca en la piel.

Por otro lado, se han dado terribles sucesos en los que la muñeca ha estado directa o indirectamente implicada. A finales de los noventa, en Hong Kong, una mujer fue violada, asesinada y decapitada. Su cabeza fue encontrada dentro de una muñeca de Hello Kitty. El caso dio la vuelta al mundo.

Sin embargo, no es el único en el que Hello Kitty ha estado comprometida…

 

Un beso del infierno

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Elena nunca había tenido grandes sueños ni metas, pero en los últimos meses luchaba por ser la nueva gerente de planta de los grandes almacenes en los que trabajaba. Estaba a un solo paso de alcanzar su objetivo y para hacerlo únicamente debía seguir las directrices que le mandaba su jefe.

Cierto día, una anciana gitana fue acusada de robo por una madre y su hija. Elena acudió al rescate de ambas y humilló públicamente a la anciana, que suplicaba que creyeran que no fue ella.

Entre empujones y trompicones, la gitana fue expulsada del edificio mientras Elena sentía la aprobación de las personas que allí se agolpaba y, lo que era más importante, la de su jefe.

Al caminar hacia su coche, su satisfacción era infinita. Pero al doblar una esquina, la anciana gitana apareció y la besó en los labios. El sabor que dejó en la boca de Elena era desagradable, como una mezcla de tomillo y huevo pasado.

Elena la apartó con brusquedad y le gritó enfurecida. La gitana, sin miedo, sin molestarse, se limitó a decirle: ‘Ahora vas a ser tú la que va a suplicar’.

Las pesadillas no cesaron de sucederse esa noche en la mente de Elena y el pánico se apoderó de ella hasta que salió el sol. La brisa de la mañana temprana pronto le hizo olvidar todo lo ocurrido… Pero solo por unas horas.

Si Elena se miraba en un espejo, encontraba su rostro desfigurado, enfermo, agrietado. Únicamente ella veía esas señales y creyó volverse loca.

Los días iban pasando y los síntomas recrudeciéndose. ¿Estaba maldita? Se preguntaba esto mientras encendía cada bombilla que había en su casa. En una esquina del salón, donde la luz no llegaba, dos ojos rojos la miraban. Deseosos, relamiéndose al mirarla. El terror hizo presa a Elena y apenas pudo emitir un pequeño chillido. La bestia se fue acercando, saliendo a la luz. Cuernos y rostro de cabra, cola de serpiente, pezuñas de toro y manos de gigante. Todo bajo un pelaje rojizo y unos ojos sangre. Cuando estaba a unos metros de Elena se inclinó, tanto que casi parecía que se doblaba por la mitad y susurró a su oído: ‘Te quedan cuatro días’.

‘¿Cuatro días? ¡Cuatro días!’ Gritaba Elena en la sala de la vidente a la que había acudido. Le contó todo lo que le había ocurrido, sin omitir ningún detalle.

La anciana te ha maldecido, se ha vengado con saña. Te quedan cuatro días antes de que el demonio que te fue a visitar acuda en tu busca y te lleve con él.’

Elena salió corriendo en busca de la gitana, le suplicaría, tal y como vaticinó la gitana, que le retirara la maldición. Sin embargo, ella no había dejado ningún rastro. Por no saber, no conocía ni su nombre. La desesperación calló sobre Elena como una pesada losa.

Ella regresó, abatida, junto a la vidente. Quien trabajó afanosamente por encontrar a la gitana. Parecía imposible dar con ella y cuanto más tiempo pasaba más acosada se encontraba Elena por las sombras del infierno.

En ocasiones, salían largos y oscuros brazos de las paredes y el suelo que la arañaban, la agarraban y herían durante eternos minutos antes de desaparecer. Si echaba una cabezada, se despertaba semi desnuda, con finas rajas por toda su piel. A veces, lo que le despertaba era un mordisco. Pero nunca veía a quien se lo hacía.

Escuchaba pasos, silbidos, aullidos… Toda clase de ruidos mellaban la poca entereza que le quedaba.

Cuando ya parecía todo perdido, la vidente dio con la gitana. Elena le sugirió que la acompañara a verla. ‘Cuando es capaz de hacer algo así, su poder conoce pocos límites y yo no quisiera averiguar dónde están esas fronteras’.

Con el corazón sumido en una mezcla de esperanza y terror. Elena entró en su último día en la tierra subida en su coche y conduciendo en busca de la anciana gitana.

Aunque no se había demorado, los acosos constantes del inframundo y a distancia hacían que el viaje fuera cada vez más difícil. Finalmente, alcanzó la linde de un pequeño bosque. Decenas de pequeñas casas unifamiliares se agolpaban unas casi encima de otras. El silencio era sepulcral, no había un alma que cruzara por aquellas calles sin asfaltar.

A lo lejos, una multitud se acercaba lenta y pesarosa. Elena intentó frenar a alguno de los transeúntes, preguntar por la anciana. Pero estaban como perdidos, con la mirada colgando de algún punto incierto del horizonte. En medio de toda aquella gente, un tubo de cristal adornado con flores.

Los portadores los dejaron en el suelo, en medio de la plaza. Elena se asomó a ver qué contenía aquel artefacto… En su interior, con una rigidez absoluta, se encontraba el cuerpo de la anciana gitana.

Elena ahogó un grito, pero no pudo reprimir su desconsuelo. Al principio todos creyeron que era movido por el amor y el respeto. Pero pronto alguien reconoció en ella la marca del demonio que la anciana había señalado en su alma.

Nadie quiso ayudarla. Si la anciana así lo había querido Elena debía ser arrastrada al infierno al caer el sol de aquel día. Cuando las sombras empezaron a caer sobre el poblado, los ojos rojos que la habían estado siguiendo todos aquellos días se fueron acercando muy lentamente. A veces, dejando entrever una torcida sonrisa.

Intentó correr, suplicó a los que allí miraban, nadie podía hacer nada por ella. El demonio se abalanzó sobre su cuerpo y la devoró viva antes de tirarla al infierno. Donde la devoraría una y otra vez por toda la eternidad.

 

La mujer de la boca cortada

Hablamos de una de las historias de miedo de Halloween, digna de ser contada bajo una tenue luz, y que asusté al más envalentonado de la sala.

Ella era hermosa y buena, con una bonita vida. Su único defecto es que se obsesionaba más de lo saludable en su aspecto. Un día se enamoró y llegó al altar con el hombre que más feliz la haría, o eso creía ella. Nadie hubiera imaginado nunca que él perdería la cabeza y acabaría por dañarla cruelmente.

Un día, la situación escapó de todo control y el marido tomó un enorme cuchillo y rajó la cara de su esposa desde las comisuras de sus labios hasta las orejas.

Aunque sobrevivió, la mujer perdió la razón al verse tan monstruosamente mutilada y se suicidó. Regresó al mundo de los vivos en forma de espíritu maligno y al primero que se llevó por delante fue a su propio marido.

Ahora, la mujer de la boca cortada vaga por las calles del mundo con una mascarilla quirúrgica cubriendo su rostro. A veces detiene a personas al azar para preguntarles lo hermosa que es. Si responde que no es hermosa, te cortará la cabeza con unas enormes tijeras. Si responde que sí, se quitará la máscara para realizar de nuevo la misma pregunta. Si respondes que no, dividirá tu cuerpo en dos al cortarte por la mitad. Si tu respuesta es sí será generosa, pues únicamente querrá hacerte tan bella como ella y te rajará la cara de oreja a boca.

 

Los robos de órganos

Laura es sólo una de los muchos protagonistas que tienen estas historias de terror reales que se siguen sumando.

Como joven estudiante que era, Laura decidió apuntarse a una fiesta universitaria de esas que se realizan los jueves. Lo estaba pasando en grande y entre cerveza y cerveza conoció a un apuesto joven. El coqueteo iba calentando tanto el ambiente que, finalmente, decidió marcharse con él. En su apartamento, él la invitó a una copa. Algo debió de echarle el joven en la copa, porque Laura perdió quedó sumida en un profundo sueño casi solo por mojarse los labios.

Se despertó completamente desnuda en una bañera, cubierta hasta el cuello de cubitos de hielo, dolorida y con la cabeza dándole vueltas. No recordaba nada. A su alrededor solo había una nota diciendo: ‘Llama a una ambulancia cuando leas esto, o morirás'. Estiró el brazo y cogió su móvil, que servía de apoyo a la nota.

Nerviosa y asustada, explicó al operador lo que le había ocurrido. El telefonista le indicó que se levantara de la bañera y observara su cuerpo para localizar alguna señal. En ambos costados tenía largas cicatrices recién cosidas. Al oír eso, el operador le sugirió que volviera a tumbarse en la bañera y esperara a que enviarán al equipo de emergencias.

Una vez revisaron su cuerpo en profundidad en el hospital, advirtieron que Laura había sufrido un robo de sus riñones.

A día de hoy, se encuentra conectada a una máquina que cumple la función de tan preciados órganos. No está sola, decenas de jóvenes han pasado por la misma experiencia.

¿Quién será el siguiente?

 

John Wayne Gacy, el hombre que inspiró ‘IT’

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El remake de la película basada en la novela de Stephen King nos ha traído de vuelta el auténtico origen de la historia del payaso Pennywise. IT no es solo una de esas historias de miedo para no dormir, es una de esas historias reales de miedo, lo que la hace mucho más tenebrosa…

John Wayne Gacy no había tenido una infancia bonita y sencilla, pues su padre acostumbraba a humillarle públicamente y a golpearle cuando volvía completamente borracho a casa.

En 1967 se mudó a Iowa junto a su esposa Marlynn Myers y fue cuando cometió su primer abuso a un joven de 15 años. Ese terrible acto y otra serie de denuncias por acoso le enviaron a prisión por 10 años. Mientras estaba en la cárcel, Marlynn se divorció de él y, tan solo 16 meses después de haber ingresado en prisión, obtuvo la libertad condicional.

¿Qué aprendió Gacy de su estancia en prisión? Pues que era mucho más complicado que le denunciaran si antes acababa con la vida de sus víctimas.

La primera vida que arrebató John fue la del adolescente Timothy McCoy. Le recogió en la estación de autobuses y le llevó a su casa, donde le enseñó el vecindario y le forzó a mantener relaciones sexuales. Según el propio John, McCoy se enfrentó a él con un cuchillo, pero su arma de defensa acabó incrustada en el pecho del joven.

Fue entonces cuando John descubrió el placer que le proporcionaba matar.

Por entonces se había vuelto a casar con Carole Hoff, una mujer divorciada que aportaba al matrimonio dos hijas. Era en la casa que compartían donde John ocultaba muchos de los cuerpos de sus víctimas.

De cara a la gente de su entorno, John era un hombre afable, pendiente de sus hijastras, a las que aparentemente jamás tocó, y dedicado a ayudar a todos los que le rodeaban. Al parecer, de esa fachada de bondad nació el Payaso Pogo, una caricatura que acudía a los hospitales para animar a los jóvenes que se encontraban ingresados.

A través de Pogo, John cometería 33 crímenes. El más joven de sus víctimas sólo contaba con 14 años. Siete de sus víctimas nunca fueron identificadas.

Jeffrey Regnall era un muchacho cuando Pogo se abalanzó sobre él con un pañuelo bañado en cloroformo. Se recuerda a sí mismo desnudo, rodeado de diversos juguetes sexuales y una macabra sonrisa. Despertó horas más tarde junto a la estatua de Lincoln Park, en Chicago. Regnall sufrió irreparables daños en el hígado a consecuencia del atque con cloroformo.

En 1978 Pogo cometió el gran error. Robert Piest era un adolescente que buscaba empleo en la empresa que dirigía John y fue visto con su potencial empleador mientras mantenían una entrevista. La desaparición de Piest fue la señal que indicó a la policía quién estaba detrás de las desapariciones.

John fue detenido y condenado a la pena muerte por inyección letal en marzo de 1980. Hasta ese día, en mayo de 1994, se dedicó a la pintura de payasos y calaveras. Minutos antes de morir, John Wayne Gacy espetó a sus ejecutores: ‘Nunca sabrán dónde están los demás.’

¿Estas haciendo las maletas para irte lo más lejos posible de estas historias de Halloween? Suerte que siempre pudes encontrar chollos de viajes a ultimo minuto…¡Adiós!

 

El asesino de Facebook

Lidia conoció a Mario a través de Facebook. Era guapo, educado y demostraba un alto nivel cultural. En apariencia era un joven normal, quizá un poco tímido y reacio a compartir demasiada información en las redes sociales.

‘¿Cuándo nos vamos a ver en persona?’ Le escribió Lidia demostrando su ansiedad.

‘¿Crees que ya es la hora de encontrarnos?’

‘¡Claro que sí! Le he hablado a mis amigas de ti y hace tiempo que te estoy lanzando indirectas. ¿Es que tú no quieres verme? ¿Será que no eres quien dices ser?’

El chat de Facebook no dio respuesta durante un largo rato y Lidia empezó a preocuparse. ¿Habría ofendido a Mario? Justo cuando iba a volver a escribirle éste respondió.

Puedo verte. Ahora mismo te estoy mirando.’

Lidia vaciló en un primer instante. ‘Eso es imposible, no intentes burlarte de mí.’

‘No soy un mentiroso. Ya deberías saberlo. Tes estoy viendo.’

‘De acuerdo. ¿Dónde estoy?’

‘Tumbada sobre la cama de tu habitación. Las sábanas son azules y verdes.’

Lidia se sentó de golpe sobre la cama y comenzó a mirar hacia todas partes.

‘¿Cómo es posible? Esto no está bien.’

Busco en su cabeza mil y una razones que le llevaran a explicar cómo era posible que estuviera viéndola. Cerró la tapa de su ordenador, creyendo que era a través de la cámara de la pantalla por donde la miraba.

‘No creas que eso va a hacer que deje de mirarte. Me encantan las fotos que tienes en el corcho, las he visto muchas veces. Incluso me tomé la libertad de colocar una que yo mismo te hice’

‘¡Basta ya! – gritó a pleno pulmón Lidia. Miró su corcho y se vio a sí misma en una fotografía durmiendo plácidamente.

‘¿Sabes que sé también?’

‘¿Qué?’

Que hoy estás sola en casa.’

Cuando los padres de Lidia llegaron a su casa no subieron a ver cómo estaba su hija. Si no que no abrieron la puerta de su dormitorio hasta el día siguiente…

 

¿Tienes miedo?

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