Radamenes, un pequeño gato negro polaco, estuvo internado en un refugio de animales mientras luchaba por su propia vida.
Lo que nadie sabía es que, al quedar recuperado por completo, iba a renunciar a marchar para quedarse con los animales del centro veterinario con el objetivo de ayudarles a mejorar.
Después de que el centro veterinario le devolviera a la vida tras haber estado en el borde de la muerte, parece que ahora está devolviendo el favor abrazando, masajeando y, a veces incluso limpiando las heridas y operaciones de sus compañeros.
Radamenes se ha convertido en una atracción local. De hecho, la gente ha comenzado a visitarlo en el centro con la idea de que da buena suerte.
Las enfermeras dicen que se muestra especialmente cariñoso con otros animales que han sufrido operaciones serias y bromean con que ya es uno más de la plantilla:
Parece que los gatos no son nada fríos después de todo, ¿no?